Relato corto "Amores Silentes" .
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AMORES SILENTES. Capítulo
1. El ruido.
No quiero
quererte, no quiero desearte y recreaba en su mente escenas de amor que la
llevaban al paraíso en la Tierra. Y
cuando se daba cuenta que no era real, se sabía con un pie en el
infierno.
Con promesas de palabras inciertas, él, Amín, se rió de
ella, de Al-Zahra.
Al-Zahra
era de una tierra en la que los hombres eran cobardes por naturaleza. Estaban
atávicamente unidos a la tierra que los vió nacer y no eran capaces de forjar
su propio destino, a no ser que fuera de la mano de una mujer. En esa tierra el
poder mental era de las mujeres. El poder material , de los hombres.
Al –Zahra
se sentía prisionera de un amor del que
no era capaz de deshacerse. Un espejismo, que le había robado la sonrisa de
cada media hora. Antes, cada media hora salía al balcón, veía a la naturaleza
en su máximo esplendor: los pájaros, la montaña, los colores de cada estación,
el paso de las nubes, y si un pájaro se acercaba a su balcón, se decía: “Dios
está conmigo” y daba las gracias.
Ahora, tras
la batalla del amor que acababa de perder, sólo daba gracias cada hora o cada
dos horas. Alejarse de Dios, es alejarse de la alegría. Por eso, se sentía
doblemente culpable.
En las tierras del desierto del Mauritania, las mujeres querían
rebelarse a través de Al-Zahra. Un hombre acababa de engañarla con palabras
bellas, con poemas, con falsas esperanzas puestas en esas palabras. Ellas
quisieron vengarla enviando a un sicario para matarlo.
Habían oído
hablar de un sicario llamado Vincent, un occidental, de piel blanca, turbia
mirada, ojos gatunos, verdes, pelo de color
rubio paja, que era capaz de no dejar rastro y sí de silenciar una boca
para siempre. Cuando iba a matar, el color de sus ojos cambiantes, pasaban de
un verde oscuro a un verde claro, seductores e increíblemente
bellos.
Antes de
dar muerte a Amín*, Al-Zahra dio instrucciones para la ejecución: muerte limpia
y rápida, pero antes, le mostrarás quién es su asesina, le mostrarás una foto
mía. Quiero saber cuáles serán sus últimas palabras.
Vincent cumplió la orden
de Al– Zahra. Mostró la foto a Amín. Éste, se sorprendió al ver la foto y tras expresar sus últimas
palabras : “mi amor imposible”, expiró de un disparo limpio.
Cuando
Vincent volvió con las últimas palabras de Amín, Al– Zahra creía que se
volvería loca y entendió de súbito lo que quería decir Amín, que el miedo lo
había paralizado para expresar francamente su amor en la vida. El miedo,
vencedor sobre el corazón humano tantas veces.
Hay muchos
niveles en el miedo, le había explicado Amín, meses antes, no sabiendo Al-Zahra
a qué se refería. Ella, que no le tenía miedo
a nada, no entendía aquel trabalenguas indescifrable. A cuento de qué le
hablaba de los niveles del miedo, ¿qué rayos era eso?.
Así fue
como la asesina de Amín se dio cuenta de su error. Acababa de matar al amor de
su vida. Cualquier amor tiene fin, pero no en nuestros corazones. Nuestros
corazones pueden guardar amores secretos bajo llave por años y años. Los miedos
de él podían ser pasajeros, pero la muerte es certera y no hay vuelta atrás.
El destino
podría haberlos unido algún día, pero no ahora.
Ahora huiría a España a comenzar una nueva vida.
Así de fácil era en este mundo cometer un delito y huir a otro continente.
¿Cuántos siglos habrían de trascurrir para que la Justicia Global existiera y la intercomunicación en departamentos informatizados de Justicia?.
Le habían
hablado de una prima en España, Shamira,
que podría ayudarla a vivir una nueva vida. Shamira se había cambiado el nombre. Ahora se llamaba María,
para adaptarse mejor al nuevo mundo.
Del mismo modo, Al- Zahra se cambió el nombre y ahora se
llamaría Amanda.
María tenía un negocio de especias y esencias que era muy
próspero. En un país occidental las especias eran desconocidas casi y ella era
una maestra en especias. Amanda aprendió rápido el negocio familiar y se
intregró bien en Córdoba.
Otro amigo de la familia, Jamill, no se había cambiado el
nombre y tenía una tetería en una de esas calles estrechas de Córdoba. Pasear
por Córdoba era como pasear por el paraíso : olores a azahar en sus calles, mesas soleadas en la Judería,
con vistas a La Mezquita, el barrio de San Basilio, con sus casas blancas,
soleadas y balcones llenos de geranios, y por último, los restos de columnas romanas cercanas al
Ayuntamiento de Córdoba. Toda esa ciudad era historia, como su amor por Amín,
historia sin retorno.
Capítulo 2. Buscando un sentido: La reinterpretación
de la vida.
Amanda se preguntaba por qué El había descubierto su amor
silente. Ella ya era feliz quieréndolo en silencio, con un amor callado,
desbordante, pero feliz en su interior.
¿Por qué había roto
su sueño de amor silente?. Ahí radicaba el “sadismo” de Él, en no dejarla
amarlo en silencio, como un amigo, y en no dejarla ver su imagen ni en fotos,
ni en ningún recuerdo físico, nada.
La palabra ha condenado mi amor silente, se decía. Aunque,
¿quién me va a negar seguir amándole en silencio, si mi corazón es feliz así?.
De ese modo, siguió amándolo de por vida, haciendo honor al
nuevo nombre que se había adquirido como propio, Amanda, la que ama.
El castigo por su crimen: no encontrar jamás el amor en esta
vida, pues el amor de su vida era él, Amin.
Hay muchas formas de amar. A los hombres se les enseña a
seducir. A las mujeres se les enseña a amar el amor de otro en ellas, a
encontrar valores, como ser el mejor
padre, ser el mejor amante, ser el mejor esposo. Y ay de
la mujer valiente que quiera hacer lo contrario. Jamás un hombre se rendirá a
la seducción de una mujer, a no ser que sea un hombre moderno, el nuevo hombre,
capaz de amar también el amor de una mujer
en él, de basarse no sólo en la imagen sino en los valores interiores,
en su alma.
NOTAS DE LA AUTORA:
El relato pertenece al libro Relatos cortos y un cuento de andar por casa. Coedición con Bubok Publishing
Enlace: mercedesos.bubok.es
La imagen logo, es propiedad de la autora.
Registrada en safe creative. Todos los derechos reservados.
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