viernes, 24 de enero de 2014

Relato corto "Amores Silentes" .





    
 









                                               AMORES SILENTES. Capítulo 1. El ruido. 

            No quiero quererte, no quiero desearte y recreaba en su mente escenas de amor que la llevaban al paraíso en la Tierra. Y  cuando se daba cuenta que no era real, se sabía con un pie en el infierno.

Con promesas de palabras inciertas, él, Amín, se rió de ella,  de Al-Zahra.

            Al-Zahra era de una tierra en la que los hombres eran cobardes por naturaleza. Estaban atávicamente unidos a la tierra que los vió nacer y no eran capaces de forjar su propio destino, a no ser que fuera de la mano de una mujer. En esa tierra el poder mental era de las mujeres. El poder material , de los hombres.

            Al –Zahra se sentía prisionera de un amor  del que no era capaz de deshacerse. Un espejismo, que le había robado la sonrisa de cada media hora. Antes, cada media hora salía al balcón, veía a la naturaleza en su máximo esplendor: los pájaros, la montaña, los colores de cada estación, el paso de las nubes, y si un pájaro se acercaba a su balcón, se decía: “Dios está conmigo” y daba las gracias.

            Ahora, tras la batalla del amor que acababa de perder, sólo daba gracias cada hora o cada dos horas. Alejarse de Dios, es alejarse de la alegría. Por eso, se sentía doblemente culpable.

En las tierras del desierto del Mauritania, las mujeres querían rebelarse a través de Al-Zahra. Un hombre acababa de engañarla con palabras bellas, con poemas, con falsas esperanzas puestas en esas palabras. Ellas quisieron vengarla enviando a un sicario para matarlo.

            Habían oído hablar de un sicario llamado Vincent, un occidental, de piel blanca, turbia mirada, ojos gatunos, verdes, pelo de color  rubio paja, que era capaz de no dejar rastro y sí de silenciar una boca para siempre. Cuando iba a matar, el color de sus ojos cambiantes, pasaban de un  verde oscuro a un  verde claro, seductores e increíblemente bellos.

            Antes de dar muerte a Amín*, Al-Zahra dio instrucciones para la ejecución: muerte limpia y rápida, pero antes, le mostrarás quién es su asesina, le mostrarás una foto mía. Quiero saber cuáles serán sus últimas palabras.

Vincent cumplió la orden  de Al– Zahra. Mostró la foto a Amín. Éste, se sorprendió  al ver la foto y tras expresar sus últimas palabras : “mi amor imposible”, expiró de un disparo limpio.

            Cuando Vincent volvió con las últimas palabras de Amín, Al– Zahra creía que se volvería loca y entendió de súbito lo que quería decir Amín, que el miedo lo había paralizado para expresar francamente su amor en la vida. El miedo, vencedor sobre el corazón humano tantas veces.

            Hay muchos niveles en el miedo, le había explicado Amín, meses antes, no sabiendo Al-Zahra a qué se refería. Ella, que no le tenía miedo  a nada, no entendía aquel trabalenguas indescifrable. A cuento de qué le hablaba de los niveles del miedo, ¿qué rayos era eso?.

            Así fue como la asesina de Amín se dio cuenta de su error. Acababa de matar al amor de su vida. Cualquier amor tiene fin, pero no en nuestros corazones. Nuestros corazones pueden guardar amores secretos bajo llave por años y años. Los miedos de él podían ser pasajeros, pero la muerte es certera y no hay vuelta atrás.

            El destino podría haberlos unido algún día, pero no ahora.

            Ahora  huiría a España a comenzar una nueva vida. Así de fácil era en este mundo cometer un delito  y huir a otro continente. ¿Cuántos siglos habrían de trascurrir para que la Justicia Global existiera y la intercomunicación en departamentos informatizados de Justicia?.

            Le habían hablado de una prima en España,  Shamira, que podría ayudarla a vivir una nueva vida. Shamira se había cambiado el nombre. Ahora se llamaba María, para adaptarse mejor al nuevo mundo.

Del mismo modo, Al- Zahra se cambió el nombre y ahora se llamaría  Amanda.

María tenía un negocio de especias y esencias que era muy próspero. En un país occidental las especias eran desconocidas casi y ella era una maestra en especias. Amanda aprendió rápido el negocio familiar y se intregró bien en Córdoba.

Otro amigo de la familia, Jamill, no se había cambiado el nombre y tenía una tetería en una de esas calles estrechas de Córdoba. Pasear por Córdoba era como pasear por el paraíso : olores a azahar  en sus calles, mesas soleadas en la Judería, con vistas a La Mezquita, el barrio de San Basilio, con sus casas blancas, soleadas y balcones llenos de geranios, y por último,  los restos de columnas romanas cercanas al Ayuntamiento de Córdoba. Toda esa ciudad era historia, como su amor por Amín, historia sin retorno. 

Capítulo  2. Buscando un sentido: La reinterpretación de la vida. 

Amanda se preguntaba por qué El había descubierto su amor silente. Ella ya era feliz quieréndolo en silencio, con un amor callado, desbordante, pero feliz en su interior.

¿Por  qué había roto su sueño de amor silente?. Ahí radicaba el “sadismo” de Él, en no dejarla amarlo en silencio, como un amigo, y en no dejarla ver su imagen ni en fotos, ni en ningún recuerdo físico, nada.
La palabra ha condenado mi amor silente, se decía. Aunque, ¿quién me va a negar seguir amándole en silencio, si mi corazón es feliz así?.

De ese modo, siguió amándolo de por vida, haciendo honor al nuevo nombre que se había adquirido como propio, Amanda, la que ama.

El castigo por su crimen: no encontrar jamás el amor en esta vida, pues el amor de su vida era él, Amin.

Hay muchas formas de amar. A los hombres se les enseña a seducir. A las mujeres se les enseña a amar el amor de otro en ellas, a encontrar valores, como ser el  mejor padre, ser el mejor amante, ser el mejor esposo. Y  ay  de la mujer valiente que quiera hacer lo contrario. Jamás un hombre se rendirá a la seducción de una mujer, a no ser que sea un hombre moderno, el nuevo hombre, capaz de amar también el amor de una mujer  en él, de basarse no sólo en la imagen sino en los valores interiores, en su alma.                                     

 NOTAS DE LA AUTORA:
El relato pertenece al libro Relatos cortos y un cuento de andar por casa. Coedición con Bubok Publishing
Enlace: mercedesos.bubok.es
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